Cómo conducir por la ciudad
El tráfico diario produce aumento de estrés y la agresividad, alteraciones en la atención, fatiga, cansancio, entumecimiento muscular, desadaptaciones fisiológicas, intento de recuperar el tiempo perdido con conductas arriesgadas.
Conducir en horas punta o circular por calles atascadas, implica una carga de tensión y estrés bastante habitual en las grandes ciudades, a lo que hay que añadir agravantes como la contaminación o el ruido.
La violencia es uno de los rasgos típicos de la conducción urbana. La proximidad entre los vehículos, cuyas maniobras se consideran no pocas veces como amenazantes, son el germen de muchos conflictos de tráfico.
Para evitar todas estas tensiones es recomendable evitar los signos externos estresantes, procurar distraerse con música, mantener un buen ambiente en el coche y en la medida de lo posible mantener una charla distendida con el acompañante. Si puede, procure llevar ropa cómoda.
En las ciudades ha habido un incremento de accidentes, si bien los accidentes con víctimas mortales permanecen en un nivel inferior a las cifras que se dan en las carreteras.
Otro de los aspectos a tener en cuenta es el elevado número de infracciones que se producen en la circulación urbana, que si bien en algunos casos no son peligrosas para la integridad física de las personas sí trastornan el normal desarrollo de la vida en común.
Circular por ciudad también incrementa el gasto habitual de los coches, ya que el consumo de combustible puede superar el 20% del consumo normal y otros elementos del vehículo también se incrementan o se deterioran con más frecuencia (aceite, neumático, etc).
Circulación en núcleos urbanos
A pesar que pueda parecer que en el interior de las poblaciones el riesgo de accidentes graves disminuye, una buena parte de accidentes mortales se producen en estas vías, principalmente los atropellos. La velocidad máxima permitida que en muchas ocasiones puede parecer exageradamente lenta, provoca que un atropello pueda ser mortal.
Hemos de tener en cuenta que no todos los peatones cumplen las normas de circulación. En el momento menos esperado nos puede cruzar un peatón y si el conductor no está totalmente concentrado en la conducción, el atropello es inminente.
Se ha de tener en cuenta que a 50km/h en 1 segundo se recorren casi 14 metros, y cambiar la frecuencia de la radio o encenderse un cigarrillo, nos aparta la mirada de la calzada durante el tiempo suficiente para recorrer bastantes metros a ciegas.
La atención es fundamental, si bien una colisión entre automóviles no suele tener mas consecuencias que unas abolladuras en la plancha, un atropello o colisión con motocicletas o bicicletas si que revisten gravedad.
Los semáforos
Los semáforos se han de respetar siempre, recordando que el ámbar no quiere decir "acelerar". El 80% de las colisiones graves en núcleos urbanos se producen cuando un vehículo acelera para pasar en ámbar y otro arranca cuando todavía no esta verde.
Últimamente se ha de tener un cuidado especial con las bicicletas ya que están proliferando en las grandes ciudades y los usuarios, en gran parte, hacen caso omiso de las normas de circulación, pasando de circular por la acera a la calzada y al revés según les convenga y omitiendo los semáforos. Es mejor tener que frenar pese a tener el semáforo verde que atropellar a un peatón, ciclista o motorista.
Los cruces de calles
Si las dos calles que se cruzan tienen un único carril de circulación, no existe mayor problema que respetar las preferencias de paso.
Si no existe semáforo, ni señalización vertical ni horizontal la preferencia no la tiene el el que viene más rápido, sino el que tiene la derecha libre. De todos modos, aunque sepamos que tenemos preferencia, es preferible reducir la velocidad para verificar que no venga otro vehículo despistado, para pasar con la certeza de que el riesgo de colisión es nulo.
En vías con más de un carril de circulación, tampoco deberían representar mayor problema, si todos los conductores respetaran la señalización horizontal. Como esto no siempre es así, cuando se llega con otro vehículo cerca hemos de extremar las precauciones, pensando siempre en el peor de los casos. Por ejemplo, con dos carriles, el derecho en el que puedes seguir recto o girar a la derecha, y el carril izquierdo por el cual solo se puede seguir recto, si vamos por el derecho, hemos de prever la posibilidad de que el vehículo que circula por el carril izquierdo gire bruscamente a la derecha.
Rotondas
Desde hace unos años se ha generalizado la construcción de rotondas para agilizar el trafico evitando la instalación de semáforos en las intersecciones. Las de un único carril, no conllevan mayor problema, las de dos o más carriles, tampoco deberían presentar complicaciones si se respetaran los carriles. No se debe pasar del carril interior a la salida de la rotonda directamente. Ante la duda, se puede seguir en el mismo carril, dar una vuelta completa, cambiando progresivamente de carril hasta llegar al carril exterior y desde ahí, tomar la salida. De todos modos y aunque se siga el procedimiento, se han de extremar las precauciones al máximo, proveyendo las posibles irregularidades de otros vehículos. Aunque las colisiones en las rotondas entre vehículos son frecuentes, afortunadamente no suelen comportar daños a los ocupantes de los mismos.
Mucha atención con las motocicletas y bicicletas, en las rotondas es donde más se acentúan los puntos ciegos (aquellos de las proximidades del vehículo que el conductor no puede ver ni directamente ni a través de los espejos).
Zonas residenciales
Son zonas que están proliferando y que dan prioridad a los peatones. No hay opción alguna, se debe circular a una velocidad mínima y estar especialmente atentos dado que los peatones caminan sin pensar en la existencia de vehículos, parándose repentinamente o cambiando de dirección, saliendo de una portería corriendo y atravesando la calle (sobre todo niños jugando). El consejo es no circular por estas zonas si no es estrictamente necesario, en caso de hacerlo por error, conoce como en CEA podemos ayudarte.